La sensación de “todo está más caro” se ha instalado en las conversaciones de turistas y hosteleros en España,
y los datos confirman que no es solo una percepción. En los últimos tres años, la industria turística española ha vivido una escalada de precios muy intensa, sobre todo en hoteles, paquetes turísticos y determinados destinos de sol y playa, justo en paralelo a la recuperación del sector tras la pandemia. El resultado es un modelo que factura más que nunca, pero también más tensionado por la pérdida de poder adquisitivo de los residentes y por el riesgo de perder competitividad frente a otros destinos mediterráneos.
El caso más visible es el de los hoteles. Según el Instituto Nacional de Estadística, el Índice de Precios Hoteleros (IPH) subió de media un 7,0 por ciento en 2024, después de un 2023 aún más inflacionista, con un incremento en torno al 8,6 por ciento. (Instituto Nacional de Estadística) En 2025 la subida continúa, aunque algo más moderada, pero sobre una base ya muy elevada. Este verano los medios han hablado de récord tras récord: en agosto de 2025 el precio medio de una habitación de hotel en España alcanzó los 155,7 euros, un 6,1 por ciento más que en agosto del año anterior y superando por primera vez la barrera psicológica de los 150 euros. (RTVE) En julio, la tarifa media se situó en 146,5 euros, con un aumento del 4,6 por ciento respecto a 2024, mientras la ocupación apenas crecía un 1,8 por ciento, lo que refleja que el margen de subida empieza a agotarse. (El País)
La inflación no se limita al alojamiento en sentido estricto. Los paquetes turísticos, que agrupan transporte, hotel y otros servicios, han sido uno de los productos más tensionados. Entre mayo de 2021 y mayo de 2024, su precio aumentó un 44 por ciento, y en agosto del verano pasado llegaron a estar un 55 por ciento por encima de los niveles de 2021, marcando máximos históricos. (RTVE) En los últimos doce meses el ritmo se ha moderado, con un incremento en torno al 1,4 por ciento, pero la cota alcanzada sigue siendo muy alta, especialmente para las familias españolas que buscan vacaciones organizadas.
Otros segmentos turísticos muestran una pauta similar: incrementos fuertes en 2022 y 2023, algo más moderados pero persistentes en 2024 y 2025. El Ministerio de Turismo señala que, en los alojamientos de turismo rural, los precios crecieron en torno a un 4,5 por ciento en los primeros meses de 2025 respecto al año anterior. (Ministerio de Industria y Turismo) El IPC específico de hoteles, hostales y pensiones se encareció un 6,7 por ciento en 2024, y en campings y albergues la subida fue del 5 por ciento. (www.20minutos.es - Últimas Noticia) No se trata por tanto de un fenómeno aislado de los grandes resorts del Mediterráneo, aunque es ahí donde la factura se ha disparado con más fuerza: en plazas como Baleares, Málaga o Gipuzkoa se han superado a menudo los 200 euros de tarifa media diaria en temporada alta. (RTVE)
La gran pregunta es por qué ha subido tanto. Una parte de la respuesta tiene que ver con la inflación general: la energía cara, el aumento de los costes alimentarios y las subidas salariales tras años de moderación han empujado al alza los costes de hoteles, restaurantes y transporte. Otra parte tiene más que ver con la propia lógica del sector. Tras dos años devastadores por la pandemia, muchas empresas han aprovechado el retorno de la demanda para recuperar márgenes, renegociar deudas y reposicionarse en segmentos de mayor precio, especialmente en destinos de sol y playa con fuerte demanda internacional.
El contexto de demanda ha sido muy favorable. España ha encadenado tres años de cifras récord de llegadas internacionales; en 2024 el turismo mundial recuperó prácticamente los niveles previos a la pandemia, y España se situó entre los grandes ganadores de ese rebote. (Untourism) El gasto medio por turista en alojamiento creció un 7,6 por ciento en 2024, un punto por encima de la subida de precios, lo que indica que muchos visitantes no solo pagaron habitaciones más caras, sino que además optaron por categorías superiores o estancias con más servicios. (www.20minutos.es - Últimas Noticia)
Sin embargo, el reverso de esta bonanza empieza a hacerse visible. La propia patronal y los analistas hablan de una fase de crecimiento más moderado, con signos de fatiga en algunos mercados emisores sensibles al precio. En julio de 2025, por ejemplo, las pernoctaciones de turistas alemanes cayeron más de un 7 por ciento, mientras que otros países nórdicos recortaban todavía más su presencia, en parte porque ese verano el buen tiempo les animó a quedarse en casa y en parte porque destinos competidores como Turquía o Croacia ofrecían precios más bajos. (El País)
Para los turistas españoles, la inflación turística tiene efectos palpables: estancias más cortas, cambios de destino hacia zonas menos masificadas o hacia meses de temporada media, renuncia a ciertos servicios complementarios. La subida del gasto medio por viaje dentro de España, en torno al 6 por ciento interanual, supera al incremento del índice de precios de turismo y hostelería, lo que sugiere que muchos viajeros están estirando su presupuesto hasta donde pueden, pero con signos de agotamiento. (Data Estur)
Los próximos años se presentan como un delicado ejercicio de equilibrio. Por un lado, el sector necesita seguir repercutiendo una parte de los costes si quiere mantener la inversión en renovación, sostenibilidad y digitalización, aspectos clave para la competitividad. Por otro, España se arriesga a consolidar una imagen de destino caro, especialmente en algunos enclaves de litoral donde el precio medio por habitación poco tiene que ver ya con el salario medio de los residentes. La ralentización de las subidas en 2025 y la ligera moderación del IPC gracias al menor empuje de los paquetes turísticos indican que la fase de encarecimientos de dos dígitos puede haber quedado atrás, pero nadie espera un retorno a los precios de 2019. (ElHuffPost)
La inflación turística de los últimos tres años ha sido el peaje de una recuperación fulgurante. Ahora, con el sector en máximos de facturación y con la sociedad debatiendo sobre masificación, vivienda y calidad del empleo, el debate se desplaza hacia otra cuestión más incómoda: cuánto turismo, a qué precio y para quién. Esa será la verdadera batalla de la industria turística española en los próximos veranos.