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parapente sobre sopelana

 Origen alpino del parapente y sus primeros pasos en España.

 

El parapente nació en los Alpes como una solución práctica a un dilema de montañeros y paracaidistas: ¿cómo descender con seguridad y rapidez desde una ladera sin necesidad de avioneta ni remonte? A finales de la década de 1970, tres paracaidistas franceses —Jean-Claude Bétemps, André Bohn y Gérard Bosson— demostraron que un paracaídas de cajones podía inflarse corriendo pendiente abajo y planear, inaugurando una nueva manera de volar sin motor. El vuelo de referencia fue en junio de 1978, desde la Pointe du Pertuiset, en Mieussy (Alta Saboya), y suele considerarse el acto fundacional del parapente moderno. La idea se apoyaba en los desarrollos previos del paracaídas “cuadrado” y en artículos sobre “slope soaring” que circulaban en el mundo del paracaidismo. Incluso el nombre en francés —parapente— alude a su esencia: “para” (de paracaídas) y “pente” (pendiente). (Wikipedia)

En ese contexto alpino, el nuevo deporte prendió con rapidez entre alpinistas que veían en la vela una vía elegante para cerrar la jornada tras un ascenso. Las primeras escuelas y clubes brotaron en el entorno de los valles savoyanos. En Mieussy se organizaron cursos y despegues que atrajeron a curiosos de toda Europa, extendiendo la técnica de carrera por ladera que diferencia al parapente del paracaidismo tradicional. A comienzos de los años ochenta, la práctica empezó a formalizarse: aparecieron velas cada vez más específicas, se depuró el control de inflado y se abrieron itinerarios de formación para pilotos e instructores. Poco después, la Federación Aeronáutica Internacional reconoció el parapente como disciplina y, en 1989, se celebró el primer Campeonato del Mundo oficial en Kössen (Austria), jalón que consolidó su paso de aventura local a deporte global. (paragliding.gr)

España entró en la historia del parapente con cierta celeridad, y el Pirineo aragonés se convirtió en puerta de entrada. Diversas fuentes sitúan la semilla a mediados de los años ochenta en Castejón de Sos (Huesca). La escuela Parapente Pirineos, referencia nacional, data su fundación en 1986, con los hermanos Gerardo y Javier Bielsa como impulsores. Otras crónicas señalan 1985 como el año en que Gerardo Bielsa, tras conocer la disciplina en los Alpes franceses, estableció la primera escuela en el país. El propio Bielsa, en entrevistas años más tarde, reivindicaría haber “traído el parapente a España” en esa misma época. Esa disparidad de fechas no resta relevancia al hecho: el valle de Benasque y Castejón de Sos quedaron marcados como la “meca” española del vuelo, gracias a despegues como El Gallinero y a una meteorología propicia para el térmico. (parapentepirineos.com)

Desde Castejón de Sos, la práctica se expandió hacia otros enclaves que, con el tiempo, se convertirían en polos de formación y competición. Àger (Lleida) destacaría como sede de pruebas nacionales e internacionales décadas después, síntoma de una tradición que arraigó; Organyà, también en Lleida, desarrolló una escena de vuelo dinámico y acrobático muy singular; y en Andalucía, Algodonales y El Yelmo articularon escuelas, festivales y campeonatos. En la cornisa cantábrica, los acantilados de Sopelana (Bizkaia) consolidaron el vuelo de ladera costero como una escuela natural para biplazas y pilotos noveles. La red de sitios, clubes y eventos que hoy parecen obvios fue, en sus orígenes, una labor pionera de apertura de despegues, definición de aterrizajes y pedagogía pública sobre seguridad. (Federación Aeronáutica Internacional)

La institucionalización del parapente en España corrió paralela a su expansión. Conforme se profesionalizaban las escuelas, se trazaban programas de instrucción y se homogeneizaban los criterios de material, el calendario competitivo fue tomando cuerpo, primero con abiertos locales y luego con campeonatos nacionales. La progresión acompañó a la evolución tecnológica: de velas derivadas del paracaídas a diseños específicos de perfil más alargado, mayor planeo y mejores prestaciones en térmica y transición. La mejora de sillas, reservas y variómetros, junto al desarrollo de la normativa federativa, amplió la base de practicantes y elevó el listón de seguridad. La elección recurrente de sedes españolas para pruebas de alto nivel en las últimas décadas es, en parte, el resultado de aquella siembra inicial de mediados de los ochenta. (Federación Aeronáutica Internacional)

Ese primer ciclo —del ensayo en Mieussy al aterrizaje en los valles pirenaicos— explica la doble identidad del parapente: hijo de los Alpes y ciudadano español temprano. Francia aportó la chispa técnica y cultural, con montañeros y paracaidistas explorando las posibilidades de las velas de cajones; España ofreció un laboratorio de meteorologías y relieves variados donde la disciplina echó raíces y se diversificó. Entre ambos lados de los Pirineos se fue delineando el deporte que hoy conocemos: accesible en su logística, exigente en su formación, poético en su relación con la montaña y la atmósfera.

Al mirar atrás, el origen alpino y los inicios españoles no son solo una cronología de nombres y fechas. Son también la historia de una comunidad que aprendió a leer el viento, a respetar la capacidad de carga de cada valle y a construir una cultura de seguridad y compañerismo. Que los manuales y las escuelas se hayan multiplicado, que existan campeonatos y que el público identifique Castejón de Sos, Àger, Organyà, Algodonales o Sopelana como sinónimos de vuelo, es la prueba de que aquella intuición en una ladera de Mieussy se transformó, en pocas décadas, en un patrimonio deportivo y cultural compartido a ambos lados de los Alpes y los Pirineos. (parapentepirineos.com)

 

Parapente Sopelana

Desde los inicios del deporte del parapente, Parapente Sopelana ha estado ahí, con los pioneros. Décadas de trabajo que hacen de nuestro proyecto una magnífica elección si quieres descubrir el vuelo biplaza en el paraiso de las playas de Sopelana. Tanto si quieres dar un excitante paseo, como si quieres profundizar más en el mundo del vuelo libre, Parapente Sopelana está aquí para atenderte, aconsejarte, acompañarte. Siempre con los mejores profesionales y en total seguridad.

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