De la seda a los tejidos inteligentes: la evolución de los materiales en paracaídas y parapentes
Cuando en 1797 André-Jacques Garnerin realizó el primer salto en paracaídas desde un globo aerostático sobre París, el tejido que lo mantenía suspendido en el aire era una resistente seda. Aquella imagen romántica del pionero descendiendo lentamente ha quedado grabada en la historia como el punto de partida de una evolución tecnológica que, más de dos siglos después, ha llevado a los fabricantes a emplear tejidos sintéticos avanzados, con propiedades impensables para aquellos primeros aventureros.
El camino entre la seda y las modernas fibras de poliamida y poliéster es un relato apasionante de innovación, seguridad y adaptación a las necesidades de dos disciplinas hermanas: el paracaidismo y el parapente.
Los primeros pasos: seda y algodón encerado
Durante gran parte del siglo XIX y las primeras décadas del XX, la seda natural fue el material predilecto para la construcción de paracaídas. Este tejido ofrecía una relación favorable entre peso y resistencia, además de una capacidad notable para soportar la tensión durante el despliegue. Sin embargo, no estaba exento de inconvenientes: la seda se degradaba con la humedad, el sol y el paso del tiempo, lo que comprometía la fiabilidad del equipo.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, el uso de paracaídas se multiplicó en el ámbito militar. La escasez de seda –que también se empleaba en la fabricación de mapas, cuerdas y uniformes– obligó a buscar alternativas. Así surgió el uso del algodón encerado, aunque rápidamente se reveló como un sustituto inferior: más pesado y menos resistente a la tracción.
El salto a los sintéticos: nylon y ripstop
La verdadera revolución llegó con la aparición del nylon, desarrollado por DuPont en 1935. Este polímero sintético de la familia de las poliamidas demostró ser más fuerte, ligero, y resistente a la humedad y al moho que la seda. A partir de la década de 1940, los paracaídas de nylon se convirtieron en el estándar en el ámbito militar y, posteriormente, en el civil.
El avance no se detuvo ahí. A medida que el paracaidismo deportivo y el parapente empezaron a ganar popularidad en las décadas de 1960 y 1970, los fabricantes introdujeron tejidos de nylon de tipo ripstop. Este tejido, reforzado con hilos más gruesos en un patrón de cuadrícula, evitaba que pequeños desgarros se propagaran, aumentando así la seguridad. Además, su recubrimiento con resinas de silicona o poliuretano mejoraba la impermeabilidad y la resistencia a los rayos UV.
El parapente: exigencias y soluciones específicas
Aunque comparte raíces con el paracaidismo, el parapente planteó retos distintos. Los parapentes requieren tejidos extremadamente ligeros para maximizar la sustentación y minimizar el peso total del equipo, pero también deben ser muy resistentes a la tracción y al desgaste.
Aquí, el nylon de alta tenacidad recubierto de silicona (silnylon) y posteriormente el poliéster ripstop se consolidaron como materiales principales. El poliéster ofrece una menor elasticidad longitudinal que el nylon, lo que ayuda a mantener la forma del ala a lo largo del tiempo, especialmente en ambientes húmedos donde el nylon tiende a alargarse.
Además, los fabricantes desarrollaron versiones ultraligeras para parapentes de montaña (hike & fly), reduciendo el gramaje de los tejidos hasta 27-32 g/m², frente a los 40-45 g/m² de los parapentes estándar, sin comprometer demasiado la durabilidad gracias a nuevos recubrimientos y técnicas de tramado.
El presente y el futuro: tejidos inteligentes y sostenibilidad
Hoy en día, marcas como Porcher Sport (Francia) o Dominico Textil (Corea del Sur) lideran la producción de tejidos para parapentes y paracaídas, con líneas de productos que combinan nylon y poliéster de alta tecnología. Algunos tejidos cuentan con tratamientos especiales para reducir la porosidad y prolongar la vida útil del ala.
Mirando al futuro, la industria experimenta con fibras aún más avanzadas, como Dyneema o Vectran, conocidas por su altísima resistencia a la tracción y bajo peso. También se investiga en tejidos inteligentes que pueden cambiar sus propiedades en función de las condiciones de vuelo, así como en soluciones más sostenibles para reducir el impacto ambiental del poliéster y el nylon, ambos derivados del petróleo.
Una evolución ligada a la seguridad y la aventura
La evolución de los tejidos en paracaídas y parapentes ha sido constante y silenciosa, pero absolutamente crucial para la seguridad de miles de deportistas y profesionales. Desde las delicadas fibras de seda hasta los polímeros de última generación, cada avance ha permitido que volar con un simple trozo de tela siga siendo una de las experiencias más emocionantes que el ser humano puede vivir.